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Relatos desde el encierro

Fui a audiencia con la jefa de módulo. Le pregunté si había posibilidad de que aloje en el pabellón donde me encuentro a una señora que aprecio mucho.

En ese momento me dijo: – ¿quién es?
Cuando le dije su apellido su respuesta fue: – ah, la que prendió fuego al marido.
Le contesté: – no me compete a mi hablar de esas cosas.

Me quedé callada… pensando y pensando en que quería seguir expresándome, que si se lo tomaría mal podría perjudicarme. Al ver la postura y forma de ser de la autoridad a cargo del módulo… pensé y pensé… hasta que no aguante y tuve que sacar de adentro mis sentimientos.

– Jefa, ¿le puedo dar un consejo de mujer a mujer? Su comentario es bastante prejuicioso. Usted no sabe por las situaciones que hemos pasado cada una de las personas que estamos acá alojadas.
– Bueno, pero carmelitas descalzas no son… por algo están acá.
– Señora, le vuelvo a repetir, no de interna a jefa, sino, más bien, de mujer a mujer. Usted no sabe las historias de vida de nosotras. Y cuantas mujeres hemos sufrido violencia de género, y por qué de una u otra manera terminamos acá. No puede prejuzgar. Porque hasta los jueces se equivocan. Y le voy a dar un ejemplo real y concreto: mi pareja actual estuvo 13 años detenido, condenado a prisión perpetua, para que luego de trece años, otros jueces lo absuelvan por haber sido inocente. Hasta los jueces se equivocan… y se lo digo de corazón y con respeto. Piense dos veces antes de realizar un comentario así.

Se quedó callada…

Esa es la gente que está a cargo.
La que el Estado prepara en escuelas penitenciarias.

¿Ahora creen en la reinserción social? ¿Deben existir las cárceles?

*Relato de una compañera privada de su libertad.

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