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“SABIAMOS QUE IBA A VENIR EL FRIO Y NO IBAMOS A TENER RESPUESTA”

“Te despertás partido, con un frio que no te lo sacas más” cuenta Horacio Ávila, referente de Proyecto 7, una organización integrada y dedicada al acompañamiento de personas en situación de calle. Hoy desde las 8 de la mañana se autoconvocaron en el Obelisco para ofrecer un desayuno, no solo para darle una mano a las personas que están atravesando esta situación con 2 grados de térmica. Sino también para visibilizar el incumplimiento de la Ley Nacional n° 27.654 que tiene como objeto la protección y garantía integral de los derechos humanos de las personas en situación de calle y en riesgo de quedar en situación de calle.
Una realidad que atraviesa a muchísimas personas en nuestro país y que en el AMBA aumentó en al menos un 34%. Este número es un relevamiento de Proyecto 7 y que se diferencia con los valores arrojados en el último CENSO, una encuesta que no profundizó en el análisis de estos números y que por ende colabora con la inacción de políticas, y en definitiva en la vulneración de derechos para este sector de la sociedad.

Cuando hablamos de personas en riesgo de estar en situación de calle inevitablemente hablamos de marginación, de falta de oportunidades y de fracaso en la contención, características que muy fácilmente podemos asociar a la situación que experimentan las personas que atravesaron un contexto de encierro o personas migrantes. Si nos ponemos a analizar este grupo incluso puede ensancharse a las personas que sufren violencia económica, al coletivx travesti-trans, a las personas que sufren violencia doméstica, o que por distintas razones deben abandonar su casa, huir de ella o fueron desalojadas y pertenecen a lo que en los diarios describen como el incremento de la emergencia habitacional.
Es decir, no hablamos de un escenario imposible, sino de una realidad cada vez mas conocida por la población. No por eso tenemos respuestas para uno de los escenarios más difíciles de sortear. Porque tener un techo es mucho más que una comodidad, es un derecho a defender y debiera ser tomado como una garantía, impulsada sobre todo por nuestros representantes. También entender esto es entender que, si todos los grupos antes mencionados son constantemente invisibilizados, difícilmente podamos encontrar una respuesta para esta problemática. Quizás haya que empezar por hablar de ellxs y dejar de tener políticas asistencialistas.
Horacio señala que ya no van más los políticos “que reparten frazadas”, lo que necesitan las personas en situación o en riesgo de estar en la calle es que exista una Ley Nacional que los ampare y garantice un acompañamiento real, con soluciones reales: “Hay ocho duchas móviles que no aparecen, dicen que pusieron la plata, pero no están”.

Mientras tanto los espacios que se ofrecen están sobrepoblados, en pésimas condiciones, son peligrosos para las infancias y no satisfacen las necesidades.

En un año de campaña electoral no van a faltar los políticos que inviertan unos minutos en la calle repartiendo un plato de comida o una frazada, para después mirar fijo la cámara y decirte que entienden, que empatizan, que saben lo que estamos pasando. Para esta publicidad acartonada hay una respuesta clara, no alcanza.

Ya tenemos una ley, tienen que garantizar que se cumpla, tenemos que ampliar los derechos, no correr la vista. Mientras tanto son las agrupaciones sociales, las cooperativas y los espacios autogestivos los que ponen el hombro por todxs, mientras que otros colaboran para que los proyectos, los convenios y los recursos sigan durmiendo calentitos en algún cajón.

La calle no es lugar para vivir.

Por Agustina Dimola

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