Nunca nos vamos a olvidar de junio de 2002. Miles de piqueteros y militantes sociales tomaron los puentes de acceso a la Capital. Cuando el multitudinario piquete de quienes nada tienen avanzó sobre el Puente Pueyrredón, la Policía desató una brutal represión.
Las fotos en la estación de trenes que muestran a Darío Santillán auxiliando a Maximiliano Kosteki segundos antes de ser fusilado, permitieron desmontar el discurso oficial: los piqueteros no se mataron entre ellos, fue la Bonaerense. Fue el Estado.
Toda la secuencia represiva culmina con los cuerpos arrastrados por la Policía en el hall de la estación. Ese día la represión se cobró un total de 40 heridos con balas de plomo y más de 160 detenidos.
Es bueno volver a los hechos ocurridos aquel 26 de junio. Recordar a Darío y Maxi, como a tantxs que dieron su vida por un país más justo e igualitario, es construir nuestra memoria como pueblo y luchadorxs sociales, pero también es mantener en alto el reclamo por justicia porque su asesinato no fue “un exceso” de las fuerzas policiales sino una decisión política de reprimir la protesta social y disciplinar a quienes salen a la calle a reclamar por sus derechos. Levantamos las banderas de Maxi y Darío, nuestros compañeros piqueteros presentes, AHORA Y SIEMPRE.